Un artículo que invita a la reflexión: Los padres deben prestar atención a lo que les dicen a sus hijos ya que afecta sus vidas ahora y en el futuro.
¿Somos conscientes del impacto de nuestros comentarios en los niños? Hace unos días estuve platicando con mi hijo sobre los vaivenes de la vida y explicándole, además de cuánto lo amo (cosa que me encanta recordárselo cada vez), cómo veo su relación con sus fortalezas y habilidades, y las áreas que podría mejorar en su vida.
Ayer por la tarde me habló del curso que estaba tomando y me dijo que le pidieron que se describiera a sí mismo. Me alegró saber cómo respondió y, lo que es más importante, sus palabras replicaron fielmente mi percepción de él como un hombre amable, responsable, ingenioso y divertido.
Esta anécdota me recuerda algo que ya sabemos y que fácilmente olvidamos todos los días: Constantemente estamos sembrando la mente de nuestros hijos con ideas de que somos su reflejo, su referente y su escenario en el mundo. Se darán cuenta de todas estas creencias en la edad adulta si así lo desean, pero al mismo tiempo utilizarán nuestra influencia en sus vidas para verse a través de nosotros e incrustar estos calificativos en sus conceptos e imágenes de sí mismos, si son poderosos y limitados. en la vida real. Al mismo tiempo, la gente sigue diciéndoles esto.
Nunca me ha quedado más claro: nuestros hijos son capaces de copiar palabra por palabra nuestros comentarios, considerar lo que les decimos en los más diversos temas de conversación y guardarlos en sus grandes grabadoras.
Los comentarios pronunciados en tono exasperado y enojado envenenan su visión del mundo y los categorizan como personas cuando en realidad queremos categorizar su comportamiento, que siempre tiene un efecto poderoso sobre ellos (y sobre cualquier persona). Qué adulto, la diferencia es que los adultos no se lo creen todo ingenuamente). Entonces nuestros hijos piensan que son «torpes, flojos y groseros» cuando en realidad queremos decirles «a veces actúan torpes, flojos y groseros».
La forma en que usamos el lenguaje es muy importante. Nunca podemos advertir lo suficiente sobre esto: nuestros hijos siguen siendo seres humanos válidos, únicos y maravillosos. En cualquier caso, lo que deben mejorar y corregir son conductas que no destaquen ni desmerezcan sus mejores cualidades.
Entonces, como padre, es aconsejable hablar con sus hijos con moderación, evitar comentarios que los descalifiquen e introducir adjetivos positivos en nuestro vocabulario que les ayuden a formarse una mejor visión de sí mismos y de las posibilidades de la vida.
Recuerde siempre: criamos y educamos a nuestros hijos para que sean dueños de sus vidas, una vida de independencia, posibilidad y éxito.